jueves, 13 de diciembre de 2007

la del sentimiento escondido


Desde el arrecife de mi estancia comienzo esta sesión;

A ti, amigo mío,
tú que merodeas por caminos
oscuros y rozas tu sensible corazón
con cristales afilados por causa
de la desesperación del ser.

A ti, amigo mío,
tú que vives por y para la imaginación,
aquella que otros desconocen y solo atisban
una pizca de vida en su mundo irreversible.

Tú,
capaz de observar un grano de arena
para convertirlo en
arte sincero y sin tapujos.

Somos una generación,
la del sentimiento escondido.

Una generación donde el papel en blanco
no da pie a una escritura voraz que
alce la voz del ingrato.

Saltaron los plomos de la desesperación.
Capaces algunos de generar ideas,
ideas sencillas e inteligentes,
absurdas y cínicas,
maravillosas e incongruentes.

Somos una generación,
la del sentimiento escondido.

Conozco grupos de seres, que,
aunque dispersos unos de otros,
son capaces de mirar un grano de arena
y convertirlo en arte puro.

Es tan sencillo como que la mayoría
desconoce este secreto. La del sentimiento
escondido lo somos todos y solo algunos
abrimos la puerta que separa lo simple de lo grandioso.

La idea, el grano de arena,
aquel que miras un segundo haciéndolo eterno,
quién lo observa.

La etapa que nos ha tocado vivir
estimula tan poco que hay
que disfrazar la realidad.

Alguien asoma sobre la superficie de la mezquina sociedad.
Somos la generación escondida.
Un día estallarán protestas inteligentes, no cabe duda.

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